LA CLAVE DE LA MAS GRANDE OBRA

...os digo: El que cree en mí, las obras que yo hago, también él las hará; y aún hará mayores que éstas, porque yo voy al Padre. (Juan 14: 12).

La oracion no nos equipa para hacer mayores obras --la oración es la mayor de las obras en sí misma. Pensamos en la oración como un ejercicio de las mas altas facultades del sentido común, que nos prepara para la obra de Dios. Falso! En las enseñanzas de Cristo la oración es el desarrollo en nosotrso del milagro de la redención, que a su vez produce el milagro de la redención en otros. La única forma de conseguir que el fruto permanezca firme en mediante la oración, pero no una oración basada en nuestra propia agonía, sino en la agonía de Cristo. Hemos de acudir a Dios en calidad de hijos Suyos, como niños, pues sólo el niño recibe respuesta a sus oraciones: el sabio (enfasis "el listo") no la recibe (vease Mt. 11: 25).

La oracion es la batalla, y en ella no hay diferencia en el lugar donde estés. Dondequiera que El Señor te haya puesto, tu deber es orar. Nunca te permitas pensar: "Donde estoy no sirvo para nada", porque tampoco sabes si servirás donde no has sido puesto. Sea donde sea que Dios te haya puesto, tu deber es orar, ofreciendo tus oraciones a El. Y El promete: "Todo lo que pidais en mi nombre, lo haré ..." Juan 14: 13. No obstante, somos parcos en orar, a menos que aquello por lo que oramos nos entusiasme, lo cual es la mas INTENSA EXPRESION DE EGOISMO ESPIRITUAL. Hemos de aprender a vivir en base a las instrucciones divinas de Su Palabra, y su mandato es que oremos. "Orad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies" Mt. 9: 38.
En el trabajo de un simple obrero no hay nada de extraordinario, pero es su labor la que hace posible que las grandes ideas del genio inventor se hagan realidad. Asimismo es el creyente que hace realidad las de su Maestro. Cuando vivas en oracion, desde la perspectiva de Dios, habrá siempre resultados. ¡Que asombroso será ver, cuando por fin se levante el velo, la multitud de almas que tú has cosechado sin saberlo, simplemente por haber asumido el habito de recibir tus órdenes sólo de Jesucristo.

P. Jorge A. Arango R.
Centro de Transformacion Integral
Medellín