¿Has discutido alguna vez con Dios cuando te ha
pedido que hagas algo? Sería mucho más
fácil si fuésemos obedientes desde el principio, pues Él sabe lo que está
haciendo, nosotros no.
Yo diría que el 99% de los cristianos han
experimentado la unción para algún ministerio de ayuda, pero se han asustado y
han huido. El próximo ejemplo es muy
común...
Tu pastor un domingo en la mañana pasa adelante y
dice: “Necesitamos a alguien que venga y
nos ayude a barrer el auditorio la próxima semana.” Tú querías levantar la mano, pero
inmediatamente te pusiste a pensarlo y bajaste la mano. ¿Por qué?
Tú bajaste la mano porque pensaste: “¿Qué estoy haciendo? ¡Yo no tengo tiempo para eso! En ese momento, tú sentiste la unción para un
ministerio de ayuda, pero escuchaste a ese pensamiento que vino después y
literalmente te “retiraste” de debajo de la unción para ayudar.
¿De dónde te salió la idea de ser un
voluntario? Tú estabas bajo la unción
para ayudar en ese momento. La unción te
da gozo, felicidad, fuerza, entendimiento y la habilidad para llevar a cabo los
planes de Dios para con tu iglesia. En
el momento en que te prestas como voluntario, experimentas la unción, y esto
hace que tu fe se levante. Entonces
sientes que puedes hacer todo lo que el pastor quiere que hagas; porque han
empezado a crecer en ti raíces profundas de fortaleza, gozo y felicidad. Si te rehúsas, estarás rechazando la unción y
detendrás el mover de Dios en tu vida.
"VAMOS DE GLORIA EN GLORIA Y DE VICTORIA EN VICTORIA..."