Verdadera Libertad
Josué estaba vestido con ropas sucias en presencia del ángel. Así que el ángel les dijo a los que estaban allí, dispuestos a servirle: «¡Quítenle las ropas sucias!» Y a Josué le dijo: «Como puedes ver, ya te he liberado de tu culpa, y ahora voy a vestirte con ropas espléndidas.» (Zacarías 3:3, 4 NVI)
El profundo conocimiento de la esencia de Dios, tiene como destino inevitable el atesorar la gracia de Dios ese precioso regalo inmerecido, pues ella es la que permite descargar ante los pies del maestro las pesadas cargas y culpas que provoca el pecado en cada uno de nosotros.
Ser perdonado y sentirse perdonado son acciones diferentes, pues en el ambiente espiritual hay una decisión de parte del padre que tiene como fin único rescatar a los hombres que han pecado deseando que sean eternamente salvos, pero lo anterior no garantiza que ese sentir en el corazón de aquel que ha sido perdonado sienta esto como una realidad inmediata.
La comovisión experimentada por Josué mientras oraba, nos permite entender que aún el más consagrado y devoto de los creyentes tiene en su intimidad sentimientos encontrados y de culpa que pueden afectar la percepción personal acerca del verdadero perdón y libertad ofrecida por Dios, de tal manera que en el relato las vestiduras sucias delante del Ángel de Jehová representan esa condición pecaminosa de la que debe el hombre ser salvado, pero estas le fueron quitadas para ser remplazadas por unas nuevas y espléndidas en señal de verdadera libertad de su pecado y culpa.
Todos los seres humanos poseen pecados que deben ser llevados a la cruz, bajo la óptica humana unos pecados pueden quizás parecer más graves que otros, pero desde la visión divina todos tienen el mismo valor y en la misma solución el perdón divino de todos ellos en la Cruz del calvario.
Para cualquier persona es y será siempre imposible poder recordar cada uno de los pecados cometidos, tanto así que seria difícil en muchos de los casos admitirlos cuando en ocasiones se cometen muchos de ellos sin tener consciencia, pero lo que si es una realidad es que hay pecados que provocan sentimientos de confusión, crisis y tormento al ser recordados son los que aún desencadenan culpa. Dios afirma a Josué que todos sus impurezas fueron quitadas en un solo acto, no en varios y que con eso esa acción fue suficiente para recibir la condición real de un hijo de Dios libre de todo, pecado, delito y culpas.
La verdadera libertad se puede recibir cuando se recibe por amor el perdón de Dios entregando la vieja vida y sus conductas y se entrega a el nuevo desafio de renovar permanentemente en la mente la condición clara de ser un hijo de Dios verdaderamente libre.
