La historia
central de la Biblia se trata de un padre desesperado por rescatar a su hijo, y
de un hijo arrepentido anhelando abrazar a su padre. Todo se trata de principio
a fin de paternidad, la principal razón de todos los movimientos de Dios en la
tierra es esa, que sus hijos se vuelvan a el, lo demás siempre serán las
adiciones del camino por la vida.
Dios eligió a
Israel como su pueblo y esa pertenencia la describió como la relacion filial de
padre con los hijos, y la describe de manera especial llamando a Efrain como primogénito,
ejemplo maravilloso entendiendo que Manases su hermano fue quien realmente
nació primero, situación que permite analizar que la asignación de la
primogenitura no tiene una estricta relación con el orden del nacimiento sino
más bien con aquel que goza de todos los privilegios que su padre puede
ofrecer.
Algunos hijos
mayores por actitudes en sus corazones antes desecharon los privilegios de la
primogenitura, desestimando su importancia y valor, de tal forma que muchos
segundos y quizás para muchos no merecedores de tales gabelas se convirtieron
en los primogénitos haciendo uso amplio y seguro de la herencia otorgada por el
padre.
Sentirse
merecedor es uno de los ingredientes necesarios para vestirse con la paternidad
de Dios, pues la identidad de hijo de Dios no permite mendigar lo que es un
tesoro u herencia propia, de tal manera que quien es conocedor de sus
verdaderos derechos y privilegios no será tímido ni actuará de manera
conmiserativa sino que sus palabras y acciones tendrán el ingrediente de la
autoridad y pertenencia.
Quienes asumen
la paternidad de Dios, no solo son seguros, sino que tal condición le permite
abrir puertas que atraen las bendiciones, son tierra deseable, influencia
importante para otros siendo impulsadores y emprendedores de importantes
proyectos e iniciativas.
La paternidad
concede señorío, sacerdocio espiritual y bendiciones preferenciales que son
aquellas que no fueron asumidas por quienes desestimaron su valor. No
importante cual fue el orden en el que naciste, como hijo de Dios podrás
reclamar el derecho a la primogenitura al entender las riquezas del reino
presidido por un amoroso Padre Celestial.
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